lunes, 20 de julio de 2009

Algo sobre Kafka...



Mientras más sabés sobre su vida, más interesante es su trabajo. Kafka no era tan sólo un gran escritor, eran también un hombre extraordinario. ¿Alguna vez escuchaste la historia de la muñeca?”
“No que recuerde.”
“Ah. Entonces escucha atentamente. Te la ofrezco como la primera pieza de evidencia para respaldar mi posición.”
“No estoy seguro de que te siga.”
“Es muy simple. El objetivo es probar que Kafka era realmente un hombre extraordinario. ¿Por qué empezar con esta historia en particular? No lo sé. Pero desde que Lucy apareció ayer por la mañana, no he podido sacarla de mi cabeza. Debe haber una conexión en algún lugar. Todavía no he podido descubrir exactamente cómo, pero pienso que hay un mensaje en ella para nosotros, una especie de advertencia sobre como debemos actuar.”
“Demasiado preámbulo Tom. Sólo empieza y cuenta la historia”
Estoy divagando otra vez, ¿no? Este sol, todos estos coches, todo este correr a sesenta y setenta millas por hora. Mi cerebro está explotando, Nathan. Me siento recargado, listo para cualquier cosa.”
“Bien. Ahora dime la historia.”
“Está bien. La historia. La historia de la muñeca… Es el último año de la vida de Kafka, y se ha enamorado de Dora Diamant, una joven de diecinueve o veinte años quien se ha abandonado su familia Hasidic en Polonia y ahora vive en Berlín. Ella tiene la mitad de su edad, pero es ella la que le da coraje para abandonar Praga –algo que él ha querido hacer por años- y se convierte en la primera y la única mujer con la que ha vivido. Kafka llega a Berlín en el otoño de 1923 y muere a la siguiente primavera, pero esos últimos meses son probablemente los más felices de su vida. A pesar de su deteriorada salud. A pesar de las condiciones sociales en Berlín: escasez de comida, disturbios políticos, la peor inflación en la historia de Alemania. A pesar de saber que no le queda mucho en este mundo.
“Cada tarde, Kafka va a caminar por el parque -bastante a menudo, Dora va con él. Un día, se encuentran con una niña llorando desconsoladamente. Kafka le pregunta qué le pasa, y ella le dice que ha perdido su muñeca. Inmediatamente inventa una historia para explicarle lo que sucedió. ‘Tu muñeca se ha ido de viaje,’ le dice. ‘¿Cómo sabés eso?’ pregunta la nena. ‘Porque me ha escrito una carta,’ Kafka responde. La niña parece sospechar. ‘¿La tenés acá? pregunta. ‘No, lo lamento,’ dice, ‘me la olvidé en mi casa por error, pero te la traeré mañana.’ Él es tan convincente, que la niña ya no sabe que pensar. ¿Puede ser posible que este misterioso hombre esté diciendo la verdad?
“Kafka va directamente a su casa a escribir la carta. Se sienta en su escritorio, y mientras Dora lo observa escribir, nota la misma seriedad y tensión que demuestra al hacer su trabajo. No va a engañar a la niña. Esta es una tarea literaria, y está decidido a hacerlo bien. Si puede crear una hermosa y persuasiva mentira, va a convertir la pérdida de la niña en una realidad diferente –una falsa, tal vez, pero algo verdadero y creíble según las leyes de la ficción.
“Al día siguiente, Kafka vuelve al parque con la carta. La niña lo está esperando, y como todavía no ha aprendido a leer, él lee la carta en voz alta. La muñeca está muy triste, pero se ha cansado de vivir con la misma gente. No es que no ama a la pequeña niña, pero necesita cambiar de escenario, y por lo tanto deben separarse por un tiempo. La muñeca entonces le promete escribirle a la niña todos los días y mantenerla al tanto de sus actividades.
“Ahí es cuando la historia me rompe el corazón. Es increíble que Kafka se haya tomado la molestia de escribir una primera carta, pero ahora se compromete en el proyecto de escribir una carta por día –sin ninguna otra razón más que consolar a la niña, quien es una completa extraña para él, una niña que se encontró por accidente una tarde en el parque. ¿Qué clase de hombre hace una cosa como esa? Mantuvo su proyecto por tres semanas, Nathan. Tres semanas. Uno de los más brillantes escritores que ha vivido sacrificando su tiempo –su más preciado tiempo- para componer cartas de una muñeca perdida. Dora dice que escribió cada oración con una terrible atención al detalle, que la prosa sea precisa, divertida y absorbente. En otras palabras, era la prosa de Kafka, y cada día durante tres semanas iba al parque y le leía otra carta a la niña. La muñeca crece, va a la escuela, conoce otra gente. Le sigue diciendo a la niña todo el amor que siente por ella, pero le cuenta también de ciertas complicaciones en su vida que le hacen imposible volver a casa. De a poco, Kafka prepara a la niña para el momento en que la muñeca se desvanezca de su vida para siempre. Lucha para crear un final satisfactorio, preocupado de que si no lo logra, el hechizo mágico se romperá. Después de probar diferentes posibilidades, finalmente decide que la muñeca se va a cazar. Describe al joven de quien se ha enamorado, la fiesta de compromiso, la boda en el campo, incluso la casa donde la muñeca y su marido deciden vivir. Y luego, en la última línea, la muñeca se despide de su vieja y querida amiga.
“En ese momento, por supuesto, la niña ya no extraña a su muñeca. Kafka le ha dado otra cosa en su lugar, y al final de esas tres semanas, las cartas han curado su infelicidad. Ella tiene la historia, y cuando una persona es tan afortunada de vivir dentro de una historia, dentro de un mundo imaginario, los dolores de este mundo desaparecen. Mientras que la historia continúa, la realidad ya no existe.”

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